martes, 19 de junio de 2012

El anciano y el banco


Un hijo, cansado de la ancianidad y de los achaques de su padre, tomó la decisión de recluirlo en un asilo.
En silencio, padre e hijo salieron por última vez del hogar. Y caminaron por las calles de la gran ciudad. El primero, resignado. El hijo, tratando de silenciar su conciencia con un sinfín de promesas y falsas atenciones.
Al rato, el anciano se sintió cansado. Y el hijo, solícito, condujo a su padre hasta un banco cercano.
Nada más tomar asiento, el viejo rompió a llorar amargamente.
-¿Qué sucede? - le preguntó el hijo.
Pero el anciano no respondió. Y su llanto se hizo más intenso.
-¡Por Dios, padre! ¿Por qué lloras?
Y el hombre exclamó al fin entre sollozos:
-Hace cincuenta años, yo también conduje a mi padre a un asilo. Y ambos nos sentamos igualmente en este mismo banco.

(Con la misma medida que midáis, seréis medidos)

Juan José Benitez
Libro: "La otra orilla"

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