miércoles, 20 de junio de 2012

El río y el desierto


Un río, tras correr libre y despreocupado entre riscos nevados, profundas gargantas y fértiles campiñas, llegó al desierto.
Sus aguas, hasta entonces ágiles y transparentes, se vieron frenadas y enturbiadas por la arena.
Y aquél río, en su agonía, clamó al cielo:
-¿Qué puedo hacer para proseguir mi camino?
Una vieja palmera, al oirlo, se compadeció y le susurró desde la punta de sus hojas:
-Evapórate y salvarás tu esencia.
Y aquél viejo río, comprendiendo, se elevó sobre sí mismo, uniéndose a las nubes del cielo.

(La muerte no es otra cosa que la recuperación de nuestra primigenia y verdadera identidad.)

Juan José Benitez
Libro: "La otra orilla"

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